Ya sea una imagen o un texto, al hablar con otros sobre lo que has trabajado, la sensación de orgullo que escondes es inevitable. Lo importante es distinguir si ese orgullo proviene de la vanidad o de la autoestima genuina.

Las personas con un fuerte sentimiento de vanidad tienen una clara intención de presumir de sus logros, y esto se hace evidente en el flujo de la conversación. En cambio, el orgullo de una persona con autoestima proviene de una sincera sensación de orgullo y gratitud por sus logros.

Esta diferencia se transmite claramente a quien escucha. La vanidad suele dar más importancia a la aprobación externa y a la mirada de los demás, mientras que la autoestima da más valor a la satisfacción interna y a la autorrealización.

En última instancia, cuando se comparten los logros propios, la fina línea entre la vanidad y la autoestima depende de qué valores se priorizan. Si realmente amas tus logros y valoras las lecciones y experiencias que has aprendido en el proceso, entonces eso es autoestima sana, y tendrá un impacto positivo en los demás.

▶ Las fantasías que albergamos sobre el corazón de alguien que no conocemos nos hacen infelices. En cambio, no deberíamos preocuparnos por lo que digan los demás. En la base de todo esto se encuentra la avaricia y el apego.

▶ Si la vanidad es el deseo de recibir aplausos de los demás por encima de su apariencia original, la autoestima es la convicción inquebrantable en los puntos fuertes que uno posee. Si la vanidad es la esperanza de contar con el corazón de los demás, la autoestima es una alta evaluación directa de uno mismo que proviene del corazón. Cualquiera puede tenerla si tiene confianza en sus propios puntos fuertes y valores.

▶ La autoestima inquebrantable de alguien que afirma su propio valor es la más importante en las condiciones de felicidad.

- Kang Yong-su, "Schoppenhauer leído a los cuarenta"